Mindfulness, una técnica para mejorar la atención en educación (I parte)



Avalada por su eficacia en el ámbito de la salud, los beneficios de la técnica milenaria de meditación Mindfulness se están aplicando ahora al campo de la educación con excelentes resultados no sólo para los escolares, sino también para los docentes y las familias. Desde Educación 3.0, iniciamos una serie de entregas que profundizan en esta técnica gracias a las aportaciones de Pilar Fernández, directora del Colegio Juan de Lanuza (Zaragoza) y Esperanza Cid, orientadora de Educación Infantil y Primaria de este centro escolar.

¿Qué es el mindfulness?


Es una palabra inglesa empleada para traducir ‘sati’, un término del idioma pali (lengua nativa del norte de la India) que denota conciencia, atención y recuerdo, y que se ha traducido al español como ‘atención plena’; esto significa que hay que centrar la atención en el momento que se vive, estar atentos al aquí y el ahora.

Mindfulness es una técnica que sirve para entrenar y mejorar el ‘músculo’ de la atención, del mismo modo que se hace deporte o se entrena un determinado músculo del cuerpo en el gimnasio para fortalecerlo. Para conseguir dicha atención plena, hay que ser capaces de sincronizar lo que sucede a nuestro alrededor con lo que pasa dentro de uno mismo. Este acercamiento específico, el hecho de prestar atención de forma consciente a la realidad, mejora el foco mental y el funcionamiento y rendimiento académico.

El psicólogo William James ya advirtió en 1890 acerca de la importancia de traer una y otra vez, de forma voluntaria, la atención al momento presente. Él entendía que una educación dirigida a mejorar el control de la atención podía sentar las bases para unos sólidos aprendizajes. Por su parte, el médico norteamericano Jon Kabat-Zinn introdujo esta práctica en el modelo de salud occidental, definiendo el mindfulness de la siguiente manera: “Prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar”. Las dos grandes técnicas en las que se apoya son: la respiración y la relajación.

Beneficios principales
La práctica de mindfulness, o atención plena, enseña a despejar la mente para facilitar el trabajo realizado, siendo capaces de crear un espacio interior por lo que, cuanto más se practique esta la atención plena, más grande será. Esta técnica, asimismo, ayuda a apreciar lo que la vida ofrece en cada momento y a no juzgar, criticar o evaluar. Sirve también para conseguir cambios permanentes en el funcionamiento cerebral (Neuroplastia), logrando mejorar el nivel de atención. También conlleva beneficios para la salud e importantes mejoras psicológicas: gestión del estrés, control de la ansiedad, un mayor equilibrio emocional…

¿Cómo empezar a practicarlo?
Puede comenzar a ponerse en práctica con los denominados ‘minutos amables’, es decir, tiempo que se dedica para centrarse en la respiración (inspirando y expirando) y dejando que los pensamientos pasen. Para conseguirlo, hay que sentarse en posición de meditación o sobre una silla, manteniendo la espalda recta pero no rígida, la cabeza erguida, ojos cerrados y manos sobre los muslos.

Así, por ejemplo, 1 minuto rojo amable es recomendable cuando hay que enfrentarse a una situación tensa e inesperada. Mientras, 3 minutos amarillos amables son recomendables para empezar el día o cuando se vaya a iniciar una nueva actividad. También pueden realizarse ejercicios de atención cotidiana y centrarse en lo que uno hace y vivir en modo experiencial y no en modo narrativo, disfrutando de las pequeñas acciones del día a día.

Para saber más de esta técnica, pincha en el siguiente enlace

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/

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